Los maestros de la República en Manresa.
Trayectorias, pedagogías y depuraciones

La enseñanza en Cataluña durante la Guerra Civil

Con el fracaso del levantamiento franquista comenzará en Cataluña una etapa revolucionaria que, en el campo de la enseñanza, se concretará en el decreto del 27 de julio de 1936 de creación del Comité (más tarde Consell) de l’Escola Nova Unificada (CENU), el cual elaborará un proyecto escolar que se puede considerar revolucionario. Un proyecto que, desgraciadamente, se llevará a cabo parcialmente y en una situación anómala. Los principios generales del CENU se recogían en el preámbulo del decreto: “La voluntad revolucionaria del pueblo ha suprimido la escuela de tendencia confesional. Es la hora de la nueva escuela, inspirada en los principios racionalistas del trabajo y de la fraternidad humana. Hay que estructurar esta nueva escuela unificada, que no solo sustituya al régimen escolar que acaba de derrocar el pueblo, sino que cree una vida escolar inspirada en el sentimiento universal de solidaridad y de acuerdo con todas las inquietudes de la sociedad humana y a base de la supresión de todo tipo de privilegios.”

Las finalidades que se proponía alcanzar el CENU eran organizar el nuevo régimen docente de escuela unificada que debía sustituir a la escuela confesional, asegurar que se incorporaban los principios racionalistas del trabajo y que cualquier persona pudiera obtener los máximos estudios sin obstáculos ni privilegios. También se proponía coordinar los servicios de enseñanza del Estado, del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat. 

El CENU emprendió, en tiempo de guerra, una tarea que pretendía cambiar tanto el concepto de la enseñanza en todo el sistema escolar como organizar un sistema nacional de educación para Cataluña. A esta tarea titánica se dedicaron muchos esfuerzos debido a la importancia que se daba a la educación para conseguir una sociedad más justa. Las directrices que movieron la acción educativa del CENU fueron: la escolarización total del alumnado, la sustitución de la enseñanza confesional por la escuela laica, la catalanización de la enseñanza, la formación del profesorado y la aplicación de los principios educativos de la Escuela Nueva como mejora en la formación del alumnado.

Con este decreto, el CENU se convirtió en la máxima instancia en la planificación educativa en Cataluña. La Generalidad de Cataluña, por decreto, asumió el funcionamiento de todas las instituciones docentes del Estado en Cataluña en todos sus grados. Este hecho dio lugar a un tira y afloja por los traspasos y los presupuestos de enseñanza entre el gobierno de la República y el de la Generalitat que duraría, sin resolverse, toda la guerra civil.

Como primera medida para poner en marcha el curso en octubre de 1936, el CENU procedió a hacer un recuento del censo escolar efectivo de cada pueblo, poniendo un énfasis especial en los niños sin escolarizar. A lo largo del mes de agosto se constituyeron las delegaciones comarcales que tenían que hacer llegar al CENU los datos estadísticos de su demarcación. En cada pueblo debía de haber una subdelegación con el objeto de: elaborar un censo escolar; el inventario del material disponible; un informe del estado de la escuela y las obras que era necesario hacer; y una propuesta de personal docente, indicando para cada caso su adhesión al régimen, así como un calificativo sobre su capacidad profesional. Toda esta información se enviaba a la Delegación comarcal para su tramitación de cara a organizar la enseñanza en toda Cataluña.

Los edificios de las escuelas religiosas y otros locales fueron incautados para conseguir locales para la escolarización total de los niños y niñas de primaria y acabar con el problema que representaba que una quinta parte del alumnado (unos 150.000 niños y niñas) no tuviera acceso a la educación. Durante el tiempo de su funcionamiento el CENU logró crear 128.000 plazas escolares, de las 150.000 que se calculaba que faltaban para llegar a la escolarización total del alumnado, aunque la situación de guerra no permitió que estas plazas estuvieran siempre situadas en edificios pedagógicamente adecuados. 

El Plan General de Enseñanza del CENU estableció la escolarización básica entre los 0 y los 15 años y tenía como principios fundamentales: la educación para todos y en condiciones de igualdad, la posibilidad de que cada alumno progresara hasta donde llegaran sus facultades (independientemente de su origen social) y la suficiente coordinación entre todos los niveles de enseñanza para que todo el sistema educativo fuera una obra única. 

El Plan General de Enseñanza del CENU estableció 
el sistema educativo más avanzado de la Europa Occidental.

Después de la escuela primaria establecían múltiples opciones: escuelas de pre-aprendizaje, escuelas de aprendizaje, la Escuela del Trabajo o el Politécnico Básico (enseñanza teórico-práctica, opuesta al bachillerato clásico); posteriormente, las Escuelas Técnicas o la Universidad, así como las enseñanzas artísticas superiores (Bellas Artes y Bellos Oficios). El Politécnico de adaptación, creado en enero de 1937, ofrecía a los trabajadores y trabajadoras la posibilidad de acceder al nuevo sistema y de integrarse en la Universidad. La aplicación de este complejo y ambicioso plan de enseñanza no pudo hacerse efectiva por las circunstancias históricas del momento, excepto en una parte de los centros profesionales y en las etapas maternal y primaria. 

La incautación de los centros escolares religiosos implicó la exclaustración de las órdenes religiosas que los regentaban y, también, la supresión de las escuelas parroquiales que llevaban muchos rectores de pueblo. Esto provocó una falta de profesorado que se tenía que cubrir urgentemente y, por consiguiente, un problema muy importante fue la provisión de maestros. Junto con la búsqueda de locales para emprender las nuevas escuelas, el CENU consideró el problema de la selección de los maestros de máxima urgencia.

La Generalitat, siguiendo la pauta nacionalizadora de la enseñanza que se marcaba entre los objetivos del decreto de creación del CENU, abrió una convocatoria de 2.500 plazas de maestro con la intención de crear un cuerpo de magisterio propio de Cataluña. La solución adoptada fue el nombramiento interino del personal docente necesario, según las propuestas de los sindicatos que se responsabilizaban de su valía personal y de su adhesión al régimen republicano. En estas plazas se dio preferencia a las personas con el título de magisterio o bien a estudiantes de las Escuelas Normales, pero también se incorporaron estudiantes universitarios y personas que habían terminado el bachillerato.

Este procedimiento permitió disponer del número suficiente de maestros para comenzar el curso escolar 1936-1937, pero también fue el origen de toda la serie de malentendidos y fricciones entre los dos grandes sindicatos que aglutinaban al profesorado: la FETE (Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza), dependiente de la UGT, y el Sindicato de Profesiones Liberales, que dependía de la CNT. También es cierto que el hecho de que un buen número de estos maestros no tuvieran título ni hubieran sido sometidos a ninguna prueba de selección puso de manifiesto, a pesar de que se reconociera a todos una única categoría, la necesidad de establecer unos criterios estrictos sobre la manera de regularizar su situación profesional.

El CENU, ante la falta de maestros, puso los medios necesarios para que en la Escola Normal de la Generalitat pudieran terminar los estudios en menos tiempo, organizando el curso en cuadrimestres; esta propuesta se puso en funcionamiento en marzo de 1937. Por otra parte se intentó mejorar los conocimientos de los maestros sin título a través de cursos y conferencias. También se procuró que la calidad de la enseñanza que se impartía en las escuelas mejorara y, por este motivo, se dispuso que los maestros debían llevar un libro-diario de la preparación de las clases, anotar observaciones además de estar obligados (al menos) a dos reuniones semanales con la dirección para hablar sobre el funcionamiento de las clases y una al mes con el objetivo de tratar los libros a consultar.

La catalanización de la enseñanza, junto 
con la coeducación y la gratuidad del sistema 
educativo, fueron tres de los grandes objetivos 
de la acción del CENU.

El avance en la catalanización de la enseñanza fue otro punto en el que se hizo notar la acción del CENU; éste adoptó el bilingüismo para todas las escuelas de Cataluña. El decreto del 20 de septiembre de 1936 sobre lengua materna que lo regulaba hacía extensiva la utilización de la lengua propia (en la enseñanza pre-maternal, maternal y primaria) como única lengua y no introducía la otra hasta que el niño estuviera suficientemente formado en la nativa. Las dificultades de su aplicación hicieron prever que, en los casos en que la separación en grupos homogéneos fuera imposible, el maestro debía adaptarse a la lengua de cada niño.

Uno de los puntos más importantes de este decreto era que regularizaba la obligatoriedad del aprendizaje del catalán para todos los maestros a través de un certificado en el que se garantizaran sus conocimientos de la lengua catalana. El órgano responsable de otorgarlo fue la Direcció General d’Ensenyament del Català, (dirigida por Pompeu Fabra) y el Tribunal Permanent de Català. Se estableció un plazo, hasta el 31 de julio de 1938, para presentar el Certificado de la Generalitat, de lo contrario el maestro quedaría inhabilitado para enseñar en Cataluña. Aunque muchos maestros obtuvieron este certificado hay que decir que, al fin, los que no lo presentaron no fueron separados del servicio debido a la falta de profesorado.

De acuerdo con los principios educativos recogidos en la constitución republicana, el CENU introdujo la coeducación entre los objetivos a alcanzar por la nueva organización escolar. Se consideraba que la coeducación formaba parte de la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres ya que, a través de ella, se daban las mismas oportunidades educativas y formativas a niños y niñas sin que la separación por sexos sirviera de pretexto para perpetuar un sistema educativo que preparaba a los niños para la vida profesional y a las niñas para las tareas del hogar y las ponía al servicio del hombre. Además, se veía la coeducación como una integración de la escuela en la sociedad ya que naturalizaba dentro del ámbito escolar las relaciones entre sexos. Es por ello que un decreto, publicado el día 1 de octubre de 1936, estableció la coeducación como norma general en todas las escuelas catalanas y en todos los grados de la enseñanza. En el contexto social actual, donde los papeles sociales de hombres y mujeres están muy igualados, es difícil de valorar la importancia de esta disposición que, en su momento, se consideró como revolucionaria.

El contexto bélico y las mismas diferencias de criterio que se producían dentro de las fuerzas republicanas dificultaron la aplicación universal a todo el sistema educativo debido a los numerosos cambios que conllevaba el Plan General de Enseñanza. Los bombardeos, la entrada de las fuerzas franquistas en territorio catalán el año 1938 y la falta de alimentos hicieron, hacia el fin de la guerra, que la asistencia escolar de los alumnos disminuyera considerablemente por el temor de los padres a separarse de sus hijos y por la necesidad que muchas familias tenían de los niños para hacer colas en el racionamiento o pequeñas tareas familiares. Las diferencias sindicales entre la FETE-UGT y la CNT y los Hechos de Mayo de 1937 (que enfrentaron entre sí diferentes partidos políticos y sindicatos favorables a la República) también debilitaron la efectividad de la labor educativa del CENU. La llegada de numerosos refugiados, fugitivos del avance de las fuerzas fascistas, procedentes de diferentes lugares de España, incrementó la población escolar que era preciso atender y escolarizar. Sin embargo, los avances que introdujo el CENU en la enseñanza de Cataluña significaron un paso adelante importantísimo en la modernización de la escuela que, desgraciadamente, fue interrumpido por la fuerza de las armas.