La fosa militar
del cementerio de Manresa
Justicia tras 76 años de silencio
“Diario Levante” (4-4-05)
Familias valencianas homenajean a 296 republicanos enterrados en una fosa común de Manresa
EMOTIVIDAD. LAS FAMILIAS VALENCIANAS QUE VIAJARON A MANRESA VIVIERON UNA JORNADA DE INTENSAS EMOCIONES.
«Aquí es donde están enterrados nuestros seres queridos», le explica entre lágrimas Agustín Ruiz, vecino de Valencia, a Juana Puche, de Alicante, ante la fosa común del cementerio de Manresa en la que yacen sus padres, dos soldados republicanos, junto a otros 294 militares de la República que perdieron la vida en los hospitales de esta ciudad tras caer heridos en el frente.
I. Olmos/R. Montaner, Manresa
«Por fin se ha hecho justicia». A pesar de sus 72 años, Juana Puche, no ha dudado en recorrer los más de 600 kilómetros que separan Alicante de Manresa acompañada de su marido, hijos, nietos y sobrinos para conocer el lugar donde está enterrado su padre, un sargento republicano, y participar en el multitudinario homenaje que ayer se celebró en el cementerio de esta localidad catalana con el objetivo de recuperar la memoria histórica de 296 militares que descansan en una fosa común.
En ella, están los restos de al menos una decena de valencianos de Villena, Almassora, Castelló, Quesa, Rocafort, Benicàssim, Ademuz y Valencia de entre 19 y 39 años. Todos ellos cayeron heridos en el frente y fueron trasladados a los cuatro hospitales de sangre que el ejército de la República había habilitado en Manresa, donde murieron a causa de sus graves lesiones.
Al igual que Juana, a Agustín Ruíz, de 67 años y vecino de Valencia, le faltaban palabras para describir la emoción que sentía ante la tumba de su padre, un soldado natural de Villanueva de la Fuente (Ciudad Real) al que nunca llegó a conocer puesto que fue movilizado al poco de quedar su madre embarazada. De él sólo guarda como recuerdo la capa de bautismo que su progenitor le envió a su madre desde el frente.
Tras más de seis décadas de silencio y preguntas sin respuesta, tanto Juana cómo Agustín conocieron hace ahora un año el lugar exacto donde yacen sus padres gracias a una investigación del historiador catalán Joaquim Aloy, quien identificó a los soldados sepultados en la fosa y localizó a los descendientes de 50 de ellos.
Ayer, por fin, más de 300 de los familiares de los republicanos podían depositar flores en la tumba y cerrar una guerra que para ellos aún no había terminado. Así, Juana, que no dejo de llorar durante el homenaje, recordaba las últimas palabras de su madre, Damiana, quien se quedó viuda con tres niños pequeños: «A mí me traerán flores, pero, y a tu padre ¿quién se las llevará?» Ahora cuenta que ya está tranquila, ya tiene un lugar donde llorar por su padre después de tantos años sin poder preguntar por él «porque era rojo».
«28 rosas rojas»
Para Agustín, en cambio, las de ayer no fueron sus primeras lágrimas ante la fosa, puesto que no quiso esperar al homenaje y el pasado junio acudió junto a su mujer, Esperanza, sus hijas y sus cinco nietas, a reencontrarse con su padre. Su homenaje particular fueron 28 rosas rojas: «Una por cada año que tenía cuando murió.» Para este taxista jubilado ha sido un consuelo el saber que su progenitor «al menos, recibió atención y cuidados antes de morir», un sentimiento que era compartido por la práctica totalidad de los presentes en el cementerio.
Los hijos, nietos e incluso biznietos de los homenajeados no estuvieron solos. El presidente del Parlament catalán, Ernest Benach, dos consellers de la Generalitat de Cataluña, Joan Saura y Josep Huguet, y el alcalde de Manresa, el socialista Jordi Valls, les arroparon y anunciaron el compromiso del Ejecutivo autonómico de «fomentar la recuperación de la memoria histórica como un derecho civil más de cualquier persona.»