Enric Bosch Tomàs. La injusta
muerte de un manresano de 18 años
en las postrimerías de la Guerra
La injusta muerte de un manresano de 18 años en las postrimerías de la Guerra
Consta como enterrado en el Valle de los Caídos, pero en realidad lo está en el cementerio de Manresa
Joaquim Aloy
Víctima inocente de la Guerra Civil
Tres semanas entre el día que se marchó y el de su muerte
Unos trabajadores regresan y otros no
Herido por un bombardeo
¿En qué lugar estuvo hospitalizado?
Aparece muerto en Lleida
No está enterrado en el Valle de los Caídos, pese a que oficialmente así consta
Franco, un hombre despiadado
No borraron su nombre de la lista de enterrados en la fosa
La tarea admirable de Joan Pinyol
Documental de Antena 3
¿Cómo lo clasificamos?
¡Cuánto me habría gustado conocerle!
Se llamaba Enric Bosch Tomàs. Era nuestro tío, el hermano de nuestra madre, la cual tiene ahora 87 años.
Él era un año mayor que nuestra madre. Por lo tanto, ahora tendría 88, pero murió en febrero de 1939, cuando sólo tenía 18 años.
Nuestra madre, Montserrat, y nuestra tía, Angelina, siempre nos decían que su hermano Enric era una persona excelente, agradable, simpática. Además, era muy inteligente. Estudiaba Ingeniería en Terrassa. Su padre (nuestro abuelo), Conrad Bosch, a menudo lo regañaba porque nunca lo veía estudiar ni hacer deberes. Pero es que no le hacía falta: él iba de Manresa a Terrassa en tren y el tiempo del trayecto le bastaba para terminar el trabajo y sacar unas notas magníficas.
Víctima inocente de la Guerra Civil
Enric Bosch fue una víctima inocente más de aquella terrible Guerra Civil que asoló nuestro país de 1936 a 1939. Es uno más de tantos y tantos jóvenes que murieron justo cuando habrían podido empezar a disfrutar de su vida, por culpa de una guerra que ellos no habían provocado. Fue cosa de otros que se rebelaron con la fuerza de las armas contra el gobierno legítimo e hicieron un golpe de estado. ¡Cuántas víctimas inocentes provocó aquella maldita guerra! ¡Cuánta tristeza y cuánta rabia se siente al darte cuenta del número incontable de víctimas inocentes que produjo! ¡Y sobre todo al ver que muchos eran tan jóvenes!
Tres semanas entre el día que se marchó y el de su muerte
Antes de que llamaran a filas a Enric, su padre, para que no tuviera que ir al frente, logró que le dieran un empleo en un taller mecánico de Manresa, carrocerías Obradors. Entonces era una empresa militarizada y llevaba a cabo varios servicios y trabajos auxiliares propios de la retaguardia, como la reparación de coches militares, la construcción de ambulancias y camiones para necesidades de guerra, etc. El personal de la empresa también fue militarizado con el sueldo, los horarios y disciplinas propias de un soldado.
Un trabajador de la empresa, Miquel Serra Obradors, dejó escritas unas memorias inéditas que nos ofrecen muchos detalles del ambiente de aquellos días y de la accidentada y dramática retirada hacia la frontera. Según estas memorias, el día antes de la entrada de las tropas franquistas en Manresa –que tuvo lugar el 24-01-1939– los trabajadores recibieron por parte del ejército republicano la orden de retirada de Manresa a Ripoll para el día siguiente, a las 8 de la mañana. Tenían que llevarse todo el material útil de la empresa, para evitar que fuera capturado por el ejército enemigo. Así lo hicieron y, según estas memorias, el mismo día que los franquistas entraban en Manresa, ellos salían con varios camiones en dirección hacia Ripoll como primer paso para llegar a la frontera, si la retirada debía continuar. Sin lugar a dudas, Enric iba en uno de aquellos camiones. Podéis leer los fragmentos de las memorias de Miquel Serra Obradors que hacen referencia a aquellos momentos.
Eran los últimos días de la Guerra. La ofensiva para detener el ejército franquista en la Batalla del Ebro había fracasado, el ejército republicano estaba deshecho y se retiraba como podía. Para los franquistas era casi un paseo militar, sobre todo teniendo en cuenta que su aviación, con la ayuda de las la Alemania nazi y la Italia fascista, bombardeaban sin oposición sobre el ejército en retirada y la población civil de la Catalunya republicana. Finalmente, el día 10 de febrero, las tropas franquistas ya habían llegado a la frontera y ocupado todo el país. En Cataluña la guerra había terminado.
Unos trabajadores regresan y otros no
¿Qué pasó con los trabajadores de carrocerías Obradors que seguían el camino de la retirada? Algunos de sus familiares dicen que, una vez llegados a Ripoll, los directivos de la empresa les dijeron que podían hacer lo que creyeran más conveniente: volver a Manresa o bien cruzar la frontera camino del exilio. Parece que los mandos militares inmediatamente superiores les dijeron también que se las arreglaran como pudieran.
Entonces los trabajadores más comprometidos políticamente decidieron irse a Francia y quedarse allí un tiempo en espera de cómo evolucionaban los acontecimientos. No podían volver al país porque habrían sido encarcelados y posiblemente ejecutados. Algunos trabajadores sí volvieron a Manresa: unos serían conducidos a campos de concentración, otros pudieron continuar trabajando en la misma empresa sin ningún problema. ¿Y Enric Bosch? Seguramente, si hubiera vuelto a Manresa no le habría pasado nada y habría podido continuar sus estudios de Ingeniería en Terrassa. Pero él no volvió nunca. ¿Por qué?
Herido por un bombardeo
Sabemos algunas cosas, pero no todas, y nos faltan informaciones clave de lo que le pasó exactamente. La única certeza es que Enric Bosch Tomàs murió en Lleida, el 14 de febrero, tres semanas después de haberse ido de Manresa. ¡Sólo tres semanas! Es terrible pensarlo.
No ha sido fácil intentar reconstruir su odisea durante aquellos días fatídicos. Aun así, todo indica que, durante la retirada hacia la frontera, Enric Bosch cogió una pulmonía y fiebres muy altas. Ante su estado de salud, sus compañeros lo habrían llevado a un hospital o algún otro centro sanitario de Ripoll o de sus alrededores para que se recuperara. Pero el infortunio hizo que una de las bombas que lanzaba la aviación franquista contra la población y el ejército en retirada lo tocara y lo dejara herido. Es posible que esto sucediera durante el bombardeo que los franquistas efectuaron sobre Ripoll el día 5 de febrero, cinco días antes de que acabara la guerra en Cataluña. De hecho, aquel día una bomba cayó encima de un hospital de sangre de Ripoll. ¿Fue allí dónde quedó malherido? ¿O fue quizás en alguna otra dependencia sanitaria?
¿En qué lugar estuvo hospitalizado?
El antes mencionado Miquel Serra Obradors, en sus memorias describe, precisamente, el dramatismo de aquel bombardeo sobre Ripoll, donde una bomba estuvo a punto de tocarlo a él también. A lo largo de sus memorias, por desgracia, no menciona en ningún momento el nombre de Enric Bosch, que debió de ser compañero de trabajo suyo. Ni que decir tiene que el testigo del Sr. Miquel Serra sobre su suerte habría podido ser valiosísimo.
En el libro La Guerra Civil a Ripoll (1936-1939) (Imprenta Maideu, de Ripoll, 1994), sus autoras, Sofia Castillo y Olga Camps, ofrecen también muchos detalles sobre los cuatro bombardeos que sufrió Ripoll aquellos días (el 22, 23 y 25 de enero y el 5 de febrero). En relación a este último, que posiblemente es el que malhirió a mi tío, un informe franquista de 1940 decía: "Fueron seis aparatos que descargaron unas 50 bombas sobre el sector céntrico de la villa, en dirección Sur-Norte. Este último bombardeo causó graves daños porque a los procedentes directamente de las bombas, se sumaron los de la explosión de un camión de trilita, tocado por una de ellas, y estacionado enfrente de las casas número 20 y 22 del Paseo Ragull, que quedaron totalmente destruidas". Más adelante sigue: "También es difícil precisar el número de muertos y heridos porque había en el pueblo gran cantidad de militares rojos en retirada". Y añade: "...en uno de los bombardeos quedó completamente destruido el citado edificio escolar, destinado, al final de la guerra, a Hospital Militar".
No obstante, ¿Enric Bosch se encontraba en este hospital? Su nombre no consta en el libro de registro de internos del Hospital de Ripoll y según la historiadora Sofia Castillo casi es imposible que lo hubieran trasladado porque "durante los años de mi investigación no pude encontrar ningún registro ni documento de los soldados que habían sido tratados en este hospital, pero dudo que tu tío, que no era militar, fuera ingresado, porque además sufría una enfermedad, no heridas de guerra".
Pero, por otro lado, mi madre siempre nos ha dicho que cuando su hermano fue herido por un bombardeo éste se hallaba en un hospital recuperándose de la pulmonía.
Aparece muerto en Lleida
Quizás algún día podamos aclarar más cosas, pero por ahora sólo sabemos que –según el Registro Civil de Lleida– el 14 de febrero de 1939 Enric murió en el hospital militar de esta ciudad a consecuencia de una miocarditis. Así consta en el certificado de defunción. También nos consta que había sido encarcelado por los franquistas, concretamente por la 4ª compañía del Tercio de Requetés de Lácar. Cuando menos, ésta debía ser la unidad a la cual quedó adscrito en calidad de prisionero de guerra.
Posiblemente lo detuvieron en Ripoll o quizás –teniendo en cuenta las condiciones en las que se encontraba– él mismo se entregó al ejército franquista y, junto con muchos otros republicanos, se lo llevaron preso al campo de concentración de Lleida.
Si es así, ¿cómo debieron de hacer el traslado? ¿Y qué trato, qué asistencia médica recibió durante aquellos días de los militares franquistas, él, que estaba herido por un bombardeo y sufría una pulmonía? ¿Dónde estaba y qué hacía cuando lo detuvieron? ¿A dónde lo llevaron exactamente? No lo sabemos y seguramente es mejor no saberlo. La única certeza que tenemos es que murió en Lleida el día 14 de febrero, siendo prisionero del ejército franquista.
No está enterrado en el Valle de los Caídos, pese a que oficialmente así consta
En mayo de 2008 tuvimos un susto monumental. La revista Sàpiens, concretamente el número 67, venía acompañada de un cuaderno titulado "El secret del Valle de los Caídos", con el subtítulo "Els noms dels milers de morts traslladats per Franco des de les fosses catalanes". Se trataba de un extracto de la voluminosa e interesantísima publicación, que aparecería poco después, de la historiadora Queralt Solé: Els morts clandestins. Les fosses comunes de la Guerra Civil a Catalunya (1936-1939).
Pues bien, fuimos mirando los nombres de la lista por si había algún manresano que estuviera enterrado en el Valle de los Caídos y cuál no seria nuestro asombro cuando en aquella relación encontramos nada menos que el nombre de nuestro tío Enric Bosch Tomàs. No cabía ninguna duda de que era él, porque también constaba el nombre de sus padres, Conrad y Montserrat, y el municipio de origen, "Manresa". También aportaba otro dato significativo: "Prisionero".
Nosotros sabíamos que era imposible que nuestro tío Enric yaciera en el Valle de los Caídos, puesto que nuestra madre había estado presente y recordaba perfectamente el entierro de su hermano en el cementerio de Manresa, durante la inmediata posguerra, y nos lo había explicado muchas veces. Pero, aún así, cuando vimos su nombre en el libro de Queralt Solé, sentimos un escalofrío en la espalda. Por un momento temimos que pudiera haber algún error y que, efectivamente, Enric pudiera estar enterrado junto al máximo culpable de la Guerra Civil, que produjo centenares de miles de muertos.
Posteriormente, el amigo Joan Pinyol Colom, de Capellades, estrechamente ligado a esta historia del Valle de los Caídos por las razones que ahora explicaré, nos proporcionó un documento según el cual Enric Bosch Tomàs está enterrado en el Valle de los Caídos desde el 21 de julio de 1965, concretamente en el columbario nº 9203 del piso primero (cripta de la izquierda) e inscrito con el número 26.538. Pero no, esto no es cierto. No está enterrado en el Valle de los Caídos. Luego, ¿por qué razón así consta?
Franco, un hombre despiadado
Esta es una historia de terror. Cuando Franco vio que muchas familias de soldados del ejército franquista querían tener enterrados a sus hijos en el cementerio de su propio municipio y no en el Valle de los Caídos, intentó llenar aquel mausoleo –construido en honor y gloria suya– con soldados republicanos. Pero también se encontró con la negativa de muchos familiares. Entonces tomó una decisión bestial, inhumana e indigna, una decisión que sólo podía adoptar un régimen criminal, sin escrúpulos, que no tuviera el menor respeto hacia las personas: exhumar los cuerpos de varias fosas comunes donde yacían enterrados soldados republicanos y trasladarlos –con nocturnidad, alevosía y sin avisar a las familias!!!– al Valle de los Caídos.
Efectivamente, se dieron órdenes a los gobiernos civiles para que los ayuntamientos identificaran a los cadáveres de las fosas comunes de su municipio, en caso de que los hubieran. Con la información de los ayuntamientos, Gobernación escogía qué fosas se debían vaciar y traer los restos al Valle de los Caídos.
La prueba de que no avisaron a las familias de la exhumación de los cuerpos y de su traslado al Valle de los Caídos la tenemos en nuestra propia familia. Si nuestro tío Enric figuraba en la relación de cadáveres que debían trasladarse al Valle de los Caídos, tenían que haber avisado a mis abuelos o a mi madre. Pero jamás nadie les comunicó nada de nada. Y se supone que en todos los demás casos actuaron del mismo modo: sin comunicarlo a las familias.
Esta manera de actuar evidencia la crueldad y la miseria humana del régimen franquista y su absoluta falta de respeto hacia los derechos humanos más elementales.
Según la documentación conocida, una de las fosas de donde se llevaron los cuerpos era, justamente, la de la fosa común del cementerio de Lleida. ¡Hasta 500 restos!! A estas alturas muchas familias todavía no lo saben y creen que sus parientes muertos durante la guerra o la posguerra inmediata están enterrados en Lleida (y es posible que le continúen trayendo flores), pero en realidad se hallan en el siniestro Valle de los Caídos.
Pues bien, Enric Bosch Tomàs, inicialmente lo enterraron en esta fosa común del cementerio de Lleida. Aun así, por lo que hemos podido saber, no sepultaron su cuerpo alineado junto a los demás, sino en un extremo de la hilera por si, mientras tanto, los familiares lo reclamaban. Si no lo hubieran hecho antes de que toda la hilera de cuerpos quedara cubierta, ya no lo habrían podido recuperar.
Dentro de la inmensa tragedia que representa perder un hijo, los padres de Enric Bosch (nuestros abuelos) tuvieron la suerte de enterarse enseguida de su muerte y, en esta macabra carrera contra reloj, pudieron llegar a tiempo para recuperar su cuerpo. Según parece, el mismo hospital les teleoneó para advertirles de la triste notícia. Pese a que en aquellos días de inmediata posguerra, las comunicaciones entre Manresa y Lleida debían de ser extraordinariamente difíciles, el abuelo Conrad, que por suerte tenía un buen coche –puesto que trabajaba en la Anónima (compañía de electricidad de Manresa) y a menudo tenia que desplazarse a lugares lejanos y de difícil acceso para reparar averías en torres de alta tensión–, pudo ir hasta el cementerio de Lleida, identificar el cuerpo de su hijo y gestionar el traslado del mismo hasta Manresa. Lo hizo acompañado de su cuñado, Àngel Tomàs, un médico muy conocido de la ciudad.
En el hospital les dijeron que el cuerpo ya estaba en el cementerio. Allí, finalmente, pudo identificar los restos de su hijo y gestionar su traslado a Manresa, lo cual no se pudo llevar a cabo inmediatamente. Por ello decidieron, de momento enterrar su cuerpo en un nicho del mismo cementerio de Lleida. Para que su madre, que no se había desplazado a Lleida, no tuviera ninguna duda de que habían identificado el cuerpo de su hijo, el abuelo cortó un mechón de cabello de la cabellera de Enric y se lo trajo. Aquel mechón de pelo rizado todavía hoy lo conserva nuestra madre como una reliquia, y como un recuerdo inestimable de un hermano con quien congeniaba muchísimo y al que apreciaba profundamente. Nuestra madre y él eran hermanos, eran amigos, eran cómplices..., jugaban, reían, compartían... Nuestra madre, que entonces tenía 17 años, lloró amargamente la muerte de Enric.
Finalmente, el 23 de diciembre de 1939, según consta en el Libro de Registro del Cementerio de Manresa, llevaron los restos de mi tío al cementerio de Manresa, lugar donde continúa enterrado. Nuestra madre recuerda con todo detalle aquel momento: la llegada del coche mortuorio, la caja de zinc donde habían los restos de su hermano, la apertura de la caja para que lo pudieran ver –”era inconfundible, pese a los meses que llevaba muerto”–, la imposibilidad de hacer entrar el féretro de zinc dentro del nicho, lo que obligó a aserrar las patas de la caja hasta que finalmente sí entró...
No borraron su nombre de la lista de enterrados en la fosa
¿Por qué el nombre de Enric Bosch Tomàs aparece, pues, grabado como persona enterrada en el Valle de los Caídos si es evidente que está sepultado en Manresa? La única explicación es que cuando el abuelo pudo recuperar su cuerpo y lo sacaron de la fosa común del cementerio de Lleida no borraron su nombre del registro de personas que yacían allí. Es decir, lo inscribieron cuando lo enterraron en la fosa, pero no eliminaron su nombre cuando lo sacaron de la misma. Así, al llevarse los más de 500 cuerpos del cementerio de Lleida al Valle de los Caídos, a la hora de inscribirlos en el mausoleo franquista debieron de usar lógicamente la lista de enterrados en la fosa común, donde constaba su nombre.
De todas maneras, este hecho evidencia la forma en que se hicieron los registros de enterramientos masivos en el Valle (el número de inhumaciones no podía cuadrar con el número total de difuntos registrados) y cuestiona la fiabilidad del censo actual de personas enterradas en el Valle de los Caídos (33.833 personas, de las cuales sólo 21.423 están identificadas, según datos recientes del Ministerio de Justicia). En esta línea, además, hay que tener mucho en cuenta la tesis de la historiadora Conxita Mir, que cree que no trasladaron al Valle todos los cuerpos del cementerio de Lleida, sino sólo unos cuántos a fin de cubrir el expediente.
La tarea admirable de Joan Pinyol
Os hablaba hace un momento de Joan Pinyol Colom. Resulta que él también compró aquel número de la revista Sàpiens y pudo ver estupefacto el nombre de su abuelo, Joan Colom Solé, en la relación de personas enterradas en el Valle de los Caídos. Casualmente su abuelo y nuestro tío murieron en el mismo lugar (el hospital militar de Lleida) y con pocas semanas de diferencia. También fueron enterrados en la misma fosa común del cementerio de Lleida. El cuerpo del abuelo Colom fue trasladado al Valle de los Caídos en julio de 1965. Si no hubiera sido por el trabajo de Queralt Solé, la familia Pinyol continuaría creyendo que los restos de su abuelo seguían enterrados en Lleida.
Desde que supo esta tristísima noticia, Joan Pinyol Colom está llevando a cabo una tarea incansable y encomiable para poder rescatar del Valle el cuerpo de su abuelo y darle sepultura en el cementerio de Capellades. Su abuelo estaría realmente orgulloso de ver cómo su nieto está moviendo cielo y tierra para que se haga justicia. Podéis seguir los numerosos pasos que el escritor de Capellades ha hecho hasta ahora en su magnífico blog.
La causa de Joan Pinyol y su familia no es sólo su causa. Es la nuestra. Es la causa de todos los que queremos una sociedad justa. Se trata de un acto evidente de justicia y de dignidad. Éste es un asunto que clama al cielo. Hace falta ayudar como sea a estas personas que tienen enterrados familiares en el Valle de los Caídos sin su consentimiento en el noble y legítimo derecho de recuperar los cuerpos y poderlos enterrar junto a los de sus familiares. El Estado tiene la máxima responsabilidad en hacer posible este regreso y no puede negar este derecho fundamental a las familias. Debe llevar a término todas las gestiones que haga falta para devolver los cuerpos y, con ellos, la paz a unas familias que se han visto conmocionadas por la noticia de este secuestro infame de miles de restos humanos que llevó a cabo la dictadura franquista.
Documental de Antena 3
Finalmente, cabe decir que el caso de Joan Colom Solé y el de Enric Bosch Tomàs merecieron la atención de un documental sobre el Valle de los Caídos titulado "Franco: Operación Caídos", producido por Antena 3 y que se emitió el 28 de enero de 2009. Aquí podéis ver los fragmentos mencionados.
¿Cómo lo clasificamos?
Durante años, junto con otros historiadores de la comarca del Bages, he dedicado muchas horas a intentar conseguir el listado más completo posible de los manresanos muertos o desaparecidos a consecuencia de la Guerra Civil. Un listado que actualmente llega a la terrible cifra de 755 personas. En nuestra web Els morts de la Guerra Civil a Manresa se encuentran referenciadas todas las víctimas conocidas.
En la mayoría de los casos no he tenido ningún problema en clasificarlos bajo cada uno de los listados correspondientes: muertos en la retaguardia, en el frente de guerra, por los bombardeos, en el campo de la Bota... Pero, en el caso de mi tío sí he tenido dudas. ¿Dónde debería constar su nombre? ¿En la relación de los muertos en el frente de guerra? ¿En la de los muertos por los bombardeos franquistas? ¿O en la de las víctimas de la represión franquista?
Es algo dudoso, ya que él se pone enfermo, después es herido por un bombardeo, posteriormente detenido y encarcelado por los franquistas, y finalmente muere en el hospital militar de Lleida cuando estaba preso.
Jordi Oliva, que bajo la dirección de Josep Benet coordinó la mayoría de estudios elaborados sobre el coste humano de la Guerra Civil en nuestro país, me dio la respuesta:
"Entiendo que lo que prevalece en su caso es la condición de prisionero de Franco. Por lo tanto, hay que considerarlo, aunque muera por enfermedad, como víctima de la represión franquista, muerto en campo o prisión. Por lo que me cuentas, entiendo que fue hecho prisionero en retirada y conducido a Lleida, quien sabe si pasando por el campo de Cervera".
Finalmente, pues, en esta web el nombre de Enric Bosch Tomàs figura en la relación "Muertos en centros de reclusión franquistas".
¡Cuánto me habría gustado conocerle!
La historia de Enric Bosch es una de las muchas historias trágicas de la Guerra Civil. Enric era un muchacho jovencísimo, a quien se le segó la vida cuando todo en él eran proyectos, ilusiones y ganas de vivir. Él perdió la vida. Sus padres, Conrad y Montserrat, perdieron un hijo. Montserrat y Angelina Bosch Tomàs perdieron un hermano. Nuestra madre, además, perdió un amigo del alma. Y nuestros hermanos y yo perdimos un tío que, según dice todo aquél que lo conoció, era una persona magnífica. ¡Cuánto me habría gustado conocerle!