Los maestros de la República en Manresa.
Trayectorias, pedagogías y depuraciones
El contexto educativo español
No fue hasta mediados del siglo XIX, en 1857, que en España se publicó la Ley Moyano por la que se regulaba la enseñanza y los diferentes grados educativos. Esta formaba parte de la centralización absoluta con la que España intentó su modernización a lo largo del siglo XIX y partía de la idea de la imposición de sistemas rígidamente unitarios, calcados de la administración francesa, según los que se estructuraba la administración pública española. Junto a la organización de la enseñanza pública, el estado reconoció el derecho de la Iglesia, a través de sus congregaciones religiosas, a velar por la enseñanza religiosa dentro de la enseñanza pública y a crear centros de enseñanza privados.
A pesar de la estricta reglamentación legal del sistema educativo, lo cierto es que el Estado español mostró un evidente desinterés e incapacidad para alfabetizar y educar a la población, ya que hasta el año 1900 el sistema educativo no contó con un ministerio propio, cuando se creó el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Hasta el año 1914 no se reformaron los estudios de magisterio estableciendo el Plan Profesional de Magisterio, según el cual, para estudiar de maestro, era necesario tener catorce años, superar una prueba de ingreso en la Escuela Normal y seguir cuatro años de estudios con una reválida al final.
A principios del siglo XX dos terceras partes
de la población española era analfabeta.
El índice de analfabetismo en España (dos terceras partes de la población en 1900) era escandalosamente elevado comparado con el de los países de la Europa occidental. La escolarización de los niños y niñas se hacía en edificios a menudo viejos y polvorientos, en aulas con deficiencias importantes en iluminación y salubridad, la preparación de los maestros era deficiente y, además, una buena parte de los niños no asistía a la escuela por falta de edificios escolares, desinterés de los padres, necesidad del trabajo infantil familiar o miseria económica. La escasez de los presupuestos municipales y estatales dedicados a la enseñanza hacía que la educación se encontrara en una situación absolutamente precaria al inicio del siglo XX
A pesar de este contexto general desastroso, en 1876 Francisco Giner de los Ríos fundó, en Madrid, la Institución Libre de Enseñanza (a través de la cual se dieron a conocer las ideas pedagógicas de Pestalozzi, Decroly y Dewey y se promovió una enseñanza laica), que preconizaba la libertad de cátedra, la eliminación de los castigos físicos y el aprendizaje por descubrimiento, y que además intentó conectar con las corrientes progresistas europeas de aquel momento.