Los maestros de la República en Manresa.
Trayectorias, pedagogías y depuraciones
La Escuela Nueva en Cataluña
La enseñanza en Cataluña a finales del siglo XIX, compartía el contexto general de atraso respecto a su entorno europeo que presentaba la enseñanza dentro del Estado español.
A principios del siglo XX el analfabetismo todavía era mayoritario entre la población catalana y muy parecido a la media española. La provincia con más personas analfabetas era Tarragona, con un 66% de la población, seguida de la de Lleida, con un 64% de población analfabeta, un 59% en la de Girona y un 54% en la de Barcelona. En el año 1930 estos índices de analfabetismo habían disminuido, pero todavía afectaban a una tercera parte de la población catalana.
La Escuela Nueva arraigó en Cataluña gracias
a su estructura industrializada y a la existencia
de una clase burguesa y una clase obrera cultas.
LLas propuestas de la Escuela Nueva arraigaron especialmente en el Principado, donde el proceso de industrialización (con todas las consecuencias sociales, políticas y económicas que comportaba) se encontraba más afianzado. Estas propuestas encontraron un amplio eco en una clase burguesa que aspiraba a una formación diferente y de acuerdo con las más avanzadas corrientes de la pedagogía europea y también en el sector más culto de la clase obrera que, a través del anarquismo, aspiraba a una enseñanza que sirviera para transformar la sociedad y las relaciones sociales.
El movimiento catalán de la Escuela Nueva hay que situarlo dentro del proceso de reconstrucción nacional que inició Cataluña, proceso al que sirvió el Novecentismo como movimiento político, social, artístico y pedagógico.
Dentro de la Escuela Nueva catalana se podrían distinguir, según Josep Gonzàlez-Agàpito, tres corrientes principales:
- Una corriente ligada a la derecha nacionalista que articularon principalmente Joan Bardina, Joan Palau Vera y Alexandre Galí. Su realización más significativa se expresó a través de la obra de la Mancomunidad.
- La corriente de centro-izquierda, adscrita al republicanismo nacionalista, fue la de mayor trascendencia en cuanto a la expansión de la Escuela Nueva, pues agrupó la mayoría del profesorado público. Durante la Generalitat republicana encontró en el socialista y catedrático de pedagogía de la Universidad de Barcelona Joaquim Xirau su articulador, junto a Rosa Sensat, Artur Martorell y otros.
- La corriente obrerista, que criticaba al reformismo de la Escuela Nueva, y que encontró en el CENU una híbrida expresión, fruto del consenso al que obligaba la guerra.
En la implantación de la Escuela Nueva en Cataluña confluyeron esfuerzos de grupos sensibilizados de ámbitos diferentes:
- La escuela privada burguesa que, por ejemplo, nutría el Colegio Mont d'Or.
- El obrerismo, al que se dirigían los esfuerzos de la Escola Horaciana de Pau Vila y las escuelas racionalistas.
- El magisterio público inquieto, del cual fue un buen ejemplo el grupo gerundense de las Conversaciones Pedagógicas.
- El planteamiento global de política pedagógica de la Mancomunidad de Cataluña en el período 1914-1923.
La fecha que se podría considerar fundacional de la Escuela Nueva en Cataluña sería la de 1898, cuando Francesc Flos i Calcat (1856-1929) fundó la Escola Sant Jordi donde, entre otros cambios en el sistema educativo, se inició la enseñanza escolar en catalán.
A partir del comienzo del siglo XX se fueron sucediendo las iniciativas de fundación de escuelas que rompían con los esquemas de la enseñanza tradicional. En 1901 Francisco Ferrer Guardia (1859-1909) abrió la Escuela Moderna de Barcelona, donde se llevó a cabo una enseñanza inspirada en el librepensamiento, practicando la coeducación, insistiendo en la necesidad de la higiene personal y social, rechazando los exámenes y cualquier sistema de premios y castigos, abriendo la escuela a las dinámicas de la vida social y laboral, y organizando actividades de descubrimiento del medio natural. Los niños y niñas tenían una insólita libertad, haciendo juegos y ejercicios al aire libre, y uno de los ejes del aprendizaje lo constituían sus propias redacciones y comentarios de estas vivencias. Toda esta enseñanza se daba en castellano porque se interpretaba que esta lengua servía mucho mejor al espíritu internacionalista y de apertura al mundo que animaba al movimiento libertario.
El año 1898 se considera la fecha
fundacional de la Escuela Nueva en Cataluña.
En 1905 Pau Vila (1881-1980) creó en Barcelona la Escola Horaciana. Su lema era “enseñar deleitando”. Introdujo las visitas a museos y fábricas, la coeducación, los viajes y asimismo intentó estrechar la relación con las familias. El mismo año se produjo la fundación del Col·legi Mont d'Or por Joan Palau i Vera (1875-1919). En esta escuela trabajaron Manuel Ainaud (1885-1932), impulsor del Patronato Escolar del Ayuntamiento de Barcelona, y Eladi Homs (1886-1973), introductor de las ideas de John Dewey en Cataluña e inspirador de las primeras escuelas de verano; fue también la primera escuela donde se trabajó con el método Montessori. En 1906 Frederic Godàs (1879 -1920) fundó el Liceo Escolar en Lleida (la primera escuela laica de la ciudad) y en 1910 Alexandre Galí (1886-1959) dirigía la escuela Vallparadís de Terrassa, donde se adoptaron los centros de interés de Decroly. De esta manera empezaron a surgir escuelas nuevas en localidades diferentes de Barcelona donde, hasta entonces, se había concentrado el movimiento.
Además de estas primeras escuelas, el espíritu de la renovación pedagógica se extendió entre los maestros a partir de diversas iniciativas: en 1903 un grupo de maestros públicos encabezados por Silvestre Santaló (1875-1960), maestro de Camallera, organizó un encuentro en Girona (las llamadas Conversaciones pedagógicas) de maestros de la provincia para renovar la escuela. Estos encuentros se extendieron posteriormente a Figueres, Olot, Lleida, Tarragona y Barcelona; de ellas nació la Federación de Maestros Nacionales de Cataluña en el año 1908. Esta federación plantó una semilla catalanista y progresista dentro del magisterio oficial al adherirse a las teorías pedagógicas de la Escuela Nueva y propugnar decididamente la enseñanza en catalán, tal como se defendió en la asamblea de Tarragona celebrada en el año 1919.
Como la formación del profesorado del Estado español se mostraba deficiente para la nueva educación que era necesario impartir, en 1906 Joan Bardina (1877-1950) fundó la Escola de Mestres, la cual apostaba por la Escuela Nueva y una formación integral y además daba una formación complementaria a los maestros que salían de las Escuelas Normales de Magisterio. Simultáneamente, el Ayuntamiento de Barcelona inició el Servicio de Colonias Escolares para proporcionar unos días de vacaciones dedicados a las actividades al aire libre y al deporte para los niños.
Como la formación del profesorado del Estado español se mostraba deficiente para la nueva educación que era necesario impartir, en 1906 Joan Bardina (1877-1950) fundó la Escola de Mestres, la cual apostaba por la Escuela Nueva y una formación integral y además daba una formación complementaria a los maestros que salían de las Escuelas Normales de Magisterio. Simultáneamente, el Ayuntamiento de Barcelona inició el Servicio de Colonias Escolares para proporcionar unos días de vacaciones dedicados a las actividades al aire libre y al deporte para los niños.
Todo este movimiento que se fraguó en la primera década del siglo XX fue impulsado por la labor de la Mancomunidad de Cataluña; en 1914 esta institución organizó la primera Escola d’Estiu, impulsada por Alexandre Galí, para mejorar la formación del profesorado y esparcir las ideas de la Escuela Nueva. En 1919 se crearon los Estudios Normales de la Mancomunidad, que respondían al intento de configurar un futuro magisterio catalán y, en 1922, salió a la luz el Butlletí dels Mestres, fundado y dirigido por Alexandre Galí y del que el maestro de Manresa Josep Albagés formaba parte del cuerpo de redacción.
El Ayuntamiento de Barcelona, a través del Patronato Escolar, también se destacó en la difusión de las ideas de la Escuela Nueva y emprendió un ambicioso plan de construcciones escolares: en 1914 se inauguró la Escola del Bosc, dirigida por Rosa Sensat (1873-1961), en 1921 la Escola del Mar (dirigida por Pere Vergés (1896-1970) y destinada a la educación de niños con problemas de salud) y, al año siguiente, los grupos escolares Baixeras y La Farigola, donde los nuevos conceptos educativos se cobijaban en unos edificios escolares que respondían a los criterios arquitectónicos del Novecentismo. No se puede olvidar, en esta esquemática cronología de la implantación de las ideas de la Escuela Nueva en nuestro país, el florecimiento de las escuelas racionalistas impulsadas desde el anarquismo, la primera de las cuales había sido fundada por Francisco Ferrer Guardia y que continuaban extendiéndose por varias poblaciones de Catalunya.