Los maestros de la República en Manresa.
Trayectorias, pedagogías y depuraciones
Las colonias escolares
Las colonias de verano, como medio para mejorar la salud de los niños, se iniciaron en el año 1876, en Suiza, respondiendo a la corriente higienista de la época que se había dado cuenta de las malas condiciones de salubridad e higiene en que crecían los hijos de la clase obrera en los barrios industriales. Esta corriente higienista fue incorporada plenamente por la Escuela Nueva debido a que preconizaba el contacto con la naturaleza y este se consideraba un gran valor educativo. Las colonias escolares de verano, como recurso sanitario y educativo, se extendieron a diferentes países europeos a finales del siglo XIX. En Cataluña las primeras colonias de verano para niños las organizó, en 1893, la Sociedad Barcelonesa de Amigos del País y, desde el ámbito municipal, destacaron las colonias organizadas por el Ayuntamiento de Barcelona a partir del año 1906.
Siguiendo el ejemplo pionero del Ayuntamiento de Barcelona, en el año 1931 la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Manresa empezó a organizar tandas de colonias escolares durante las vacaciones de verano destinadas, preferentemente, a niños de las escuelas públicas que tuvieran problemas económicos o que presentaran un insuficiente desarrollo físico. El objetivo de estas colonias era doble, por un lado había unos objetivos sociales y, por otra parte, unos objetivos sanitarios que se muestran en la introducción de la memoria de las colonias de 1932 redactada por el médico Tomàs Ramon Amat: “Por estos motivos, la Colonia Escolar, hija de las más modernas orientaciones pedagógicas, es la institución ideal para el veraneo del niño. En ella encuentra su medio, su ambiente. Toda ella meditada y organizada para la vida del niño, todo el mundo dedicado por completo a él, interviniendo personas técnicas en la determinación de los medios (maestro y médico), pasa a ser el niño el primer personaje de la Colonia, deja ese rincón donde se le confina cuando estorba a los mayores, para ocupar el primer término, girando toda la vida y actividad en su entorno, para conseguir el máximo beneficio en su soma y en su psiquis.”
Desde las primeras colonias en 1931 hasta el año 1936 se organizaron cada año gracias a las subvenciones de los organismos oficiales –Ayuntamiento de Manresa, Generalitat, Ministerio de Instrucción Pública– pero también gracias a la colaboración económica de casas comerciales, sindicatos, partidos políticos y personas particulares de Manresa que hacían una aportación económica. Gracias a este dinero se cubrían los gastos de la estancia y también el coste del uniforme que llevaban los escolares.
Las colonias escolares tenían unos objetivos sociales,
sanitarios y educativos e iban dirigidas especialmente a
los hijos de las familias más desfavorecidas.
Los dos primeros años solo se pudieron organizar dos tandas de colonias, las de 1931 en Moià, con 70 niños y niñas, y las de 1932 en Berga, con 100 niños y niñas. A partir de 1933 y hasta 1936 se organizaron cuatro tandas cada verano, dos de mar, en Pineda de Mar, y dos de montaña, en Berga, llegando a los 200 niños y niñas de asistencia que representaban, aproximadamente, la mitad de los que según el diagnóstico de la revisión médica y los informes de los maestros necesitaban ir. El médico municipal efectuaba un reconocimiento sanitario y llenaba una ficha personal de cada uno de los alumnos asistentes antes de marcharse y, a la vuelta, se les hacía pasar otro reconocimiento y se anotaban las mejoras en peso, capacidad torácica y otras medidas antropométricas.
La Asociación de Padres de Familia –asociación formada básicamente por personas de derechas– se quejó de que solo pudieran ir de colonias los alumnos de la escuela pública y organizó por su cuenta unas colonias para alumnos de las escuelas confesionales en La Pobla de Lillet el año 1934. Al año siguiente, como el Ayuntamiento estaba ocupado por los partidos de derechas tras los Hechos de Octubre de 1934, el mismo Ayuntamiento organizó estas colonias para el alumnado de las escuelas confesionales en La Pobla de Lillet con una asistencia de 60 niñas.
Simultáneamente a las Colonias Escolares, la Junta Local de Protección de Menores organizaba unas semi-colonias escolares, al precio económico de cinco pesetas semanales y derecho a la manutención, mediante las cuales los niños y niñas que asistían pasaban todo el día fuera de casa, en lugares cercanos a Manresa, como Les Marcetes o la Font del Calvet, haciendo varias actividades al aire libre.
Para ser maestro acompañante de los grupos de colonias, la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Manresa abría un concurso entre los maestros, manresanos o foráneos, para que presentaran un proyecto de actividades. De acuerdo con los proyectos seleccionados, se nombraba un maestro y una maestra para acompañar cada grupo; ellos eran los responsables de las actividades educativas y de ocio que se llevaban a cabo durante la estancia. Algunos de los maestros directores de las colonias escolares fueron Concepció Guri Martí, Amadeu Miralles Bonvehí, Jaume Quadrat Realp, Laureà Vilalta i Realp, Pepita Mata, Rosa Delhom Brugués, Francesc Montserrat Navau, Josepa Borràs Aragonés y Josep Maria Gabriel Aguilar. Más de la mitad de estos maestros fueron separados de la enseñanza pública por la represión franquista a partir del año 1939.
La distribución habitual del día de colonias consistía en desayunar, hacer una sesión de gimnasia o una salida didáctica; después de comer había un rato de descanso y la tarde se destinaba a algún tipo de trabajo, manual o escrito, y a veces a hacer otra excursión. Además los alumnos asistían a las fiestas mayores o actividades que organizaban los pueblos durante su estancia.
El verano de 1936 aún se pudieron celebrar porque, al estallar la guerra, las vacaciones ya habían empezado, los niños y niñas de la primera tanda de colonias habían partido el día 12 de julio y los incidentes del inicio de la guerra no las interrumpieron a pesar de las dificultades de comunicación entre los maestros que iban de responsables y el Ayuntamiento de Manresa. Fueron las últimas colonias porque, en el verano de 1937, la Generalitat dispuso que las vacaciones de verano fueran sustituidas por actividades escolares dedicadas principalmente a trabajos manuales, juegos educativos, ejercicios físicos y excursiones.