Correspondència inèdita 
de Lluís Companys, Pau
Casals i altres personalitats catalanes  
(Fons Jaume Creus i Ventura)

Transcripció de la carta de Josep Guarner al coronel José Ungría

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Mi coronel: Me permito dirigirle esta carta no sólo por el cargo que ocupa, sino por considerar que su vasta cultura, su comprensión y claro juicio no pueden dejar de percibir las inquietudes espirituales que la motivan.

Soy José Guarner Vivanco, Comandante de Infantería, nacido en Barcelona el 7-10-1899; alumno de Infantería en 1914, Comandante en 1936 por lealtad a la República. He servido unos 8 años en Marruecos y 4 en Cabo Juby (Sahara español). Me conocen, entre otros, los generales Yagüe, Serrador y Juan B. Sánchez; los Coroneles Pablo Arias, Miguel Rodrigo y Juan Fdez. Capalleja y el jefe de aviación Navarro Garnica.

Hombre leal y ferviente republicano, me encontraba “al servicio de la Generalidad” en los Somatenes Armados de Cataluña, cuando ocurrieron los sucesos de Octubre de 1934. Convencido de que aquel movimiento estaba condenado al fracaso, y aun no habiendo intervenido en su preparación ni menos en su ejecución, concentradas en manos de los dirigentes de Estat Catalá, consideré más propio de mi espíritu y honor permanecer como pasivo espectador de los hechos, al lado de la Generalidad mientras existió como Gobierno, mejor que presentarme al General Batet en la lamentable actitud del niño que, sorprendido en falta, afirma su bondad y asegura que son otros los malos. Por aquellos sucesos fui procesado y declarado en rebeldía, causando baja en el Ejército por abandono de destino.

Amnistiado y repuesto en mi empleo (Marzo de 1936), regresé a Barcelona, pasando nuevamente “al servicio de la Generalidad”. En esta situación, y dirigiendo la Secretaría particular de mi hermano Vicente, Jefe de los Servicios de Orden Público de Cataluña, se produjo la sublevación militar de Barcelona. Mi actuación fue la que me correspondía como republicano: servir al Régimen constituido, y así fui sucesivamente Asesor militar del Comité de Milicias de Cataluña, Jefe de E[stado] M[ayor] del Frente de Aragón, Jefe de la 3ª Sección del E.M. de la Consejería de Defensa de la Generalidad, Jefe de los EE. MM. de la 24 División, de los Cuerpos de Ejército XIX y XXIV, de Defensa de Costas y últimamente Inspector de una Agrupación de Batallones de Ametralladoras.

Desbordadas el 19 de Julio las escasas fuerzas de Orden Público de que disponíamos por las masas armadas, soporté el predominio anarquista primero y luego el comunista, continuando la lucha al lado del Gobierno de la República, aun convencido finalmente de que nuestro triunfo era imposible, por considerar que persistiendo en su forma legal los Poderes armónicos del Régimen, seguía ligado a la causa de la República, a la que he servido hasta Febrero pasado, [en] que me refugié en Francia con el Ejército de Cataluña.

He leído numerosos manifiestos asegurando que las puertas de España se abren de par en par, para recoger a quienes no tengan sus manos manchadas de sangre o dinero. Mi conciencia está tranquila a ese respecto, pues no sólo no he aprovechado la influencia que mi historia y consecuencia me valieron para desencadenar persecuciones ni para hacer fortuna o carrera política, sino que, por el contrario, la utilicé favoreciendo a cuantos estuvo en mi mano, sin mirar sus circunstancias personales o políticas. Nunca fui testimonio ante los Tribunales más que convocado por los defensores y animado por sentimientos de compañerismo, alivié la desgracia de los vencidos, en toda la medida que me fue posible, sin guardar el menor rencor a quienes me volvían la espalda despreciativamente, cuando regresé amnistiado el año 1936. Sería interminable esta carta si precisara casos; en Barcelona le será fácil comprobar cuanto digo.

 

Por otra parte, continúo careciendo de fortuna personal, no he desempeñado cargo político alguno y he acabado la guerra con el mismo grado que la empecé. Por todo lo expuesto, no me considero eliminado de la vida en España, habiendo decidido permanecer en el exilio el tiempo indispensable para que, calmadas las pasiones partidistas, se establezca en España una atmósfera de fraternal convivencia entre los españoles. Es mi deseo más vehemente regresar cuanto antes, aun a conciencia de que al hacerlo será en condiciones de inferioridad política y ciudadana, como servidor de una ideología derrotada, pero español por encima de todo, creo que nuestra Patria deshecha y arruinada moral y materialmente, necesita del esfuerzo de todos sus hijos para reconstruirse.

Las circunstancias internacionales no permiten espera; cualquier día pueden surgir acontecimientos que precipiten un conflicto… Yo no soy ni he sido político, ni pertenezco a ningún partido, ni estoy conforme con muchas de las cosas que se han hecho y se hacen actualmente en España, pero soy esencialmente español y estoy dispuesto a no combatir más contra españoles; es decir que si las circunstancias me obligan a actuar en una guerra desde Francia, no será nunca hacia los Pirineos.

He cambiado impresiones con varios compañeros y todos piensan como yo, aunque manifiestan su profundo dolor al ver que una vez acabada la guerra, no se inicia el acercamiento de los bandos contendientes, para laborar, todos unidos, a la magna tarea de la reconstrucción patria. Sabemos que oficiales absolutamente desligados de la política, que se limitaron al cumplimiento de su deber ante la República y que quedaron en España o regresaron al acabar las hostilidades, han sido juzgados y condenados a penas severísimas. [¿]Es que honradamente pueden ser considerados como enemigos de nuestra Patria?

Yo quisiera, mi Coronel, que Vd. comprendiera mi angustia moral, esperando no atribuya a esta carta fines o propósitos mezquinos. Consecuente con mis opiniones personales, viviría otra vez en el exilio, lejos de mi Patria y de los míos, hasta que variaran las circunstancias, pero si el conflicto mundial se produce, no quisiera batirme contra España. Por ello me he permitido escribirle, tratando de librarme de la inquietud espiritual que me agobia.

Esperando su respuesta, le saluda, con respetuoso afecto

JOSÉ GUARNER